lunes, 11 de octubre de 2010

Una buena causa

En los primeros días de 1980 miles de personas de todo tipo y clase pero con el objetivo común de alfabetizar a aquellos que no sabían leer y escribir, partieron de Managua expandiéndose por todo el territorio nacional, llegando a los más recónditos lugares y ganándose los ánimos de todos aquellos que, por alguna u otra causa, se retraían de adquirir los conocimientos que le permitirían, como dice el título del disco que apoyó la campaña, convertir la oscurana en claridad. Los motivos de las faltas de ánimo eran muy diversos, desde el miedo a lo desconocido o al "no ser capaces de aprender" hasta la creencia arraigada de que eso sólo era para los señoritos.

La Cruzada Nacional de Alfabetización fue un gran movimiento de masas, participaron nicaragüenses de toda clase, a los que se sumaron miles de maestros mandados por Cuba y miles de cooperantes internacionales, se estima que fueron más de 60.000 los participantes. En un año el índice de analfabetismo quedo reducido a menos del 13% . En los barrios, aldeas y pueblos ondeaban las banderas que indicaban que aquel territorio estaba libre de analfabetismo.

La Revolución género su propia pedagogía con su propio material didáctico y filosofía, razón por la cual posteriormente se creó una discusión sobre el contenido del material didáctico (folletos de lectura, manuales, textos, etc.) surgiendo acusaciones por parte de algunos sectores de "politizar" el aprendizaje del alfabetizado. Estas acusaciones son en cierta medida discutibles aún hoy en día. Si bien es cierto que gran parte del material contenía un fuerte contenido político-ideológico, lo cierto es que el alfabetizador no necesariamente era militante activo de él, o siquiera relacionado al Gobierno Sandinista (la mayoría de los casos quizá), por lo que la "persuasión" política a la que el alfabetizado pudo haber estado expuesto más allá de los libros de texto generalmente resultaba mínima.

El alfabetizador se acercaba de igual a igual al alfabetizado, enseñaba y aprendía. Compartía las labores de la tierra y aprendía a sembrar y recolectar, mientras en el intercambio, enseñaba a leer y a escribir.

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